27.4.08

domingo de mierda

está oscuro, está nublado y mi espalda me sostiene aunque no sé por cuánto tiempo. tengo una película que me prestaron y podría verla, pero me da culpa sin haber terminado las cosas para mañana. me falta una segunda mano de pintura, mis dos manos no alcanzan, serán cuatro, cuento cuántas hay en mi haber y son seis u ocho, quién sabe, en una de ésas son sólo dos, las mías. me sueno el cuello y suena la música, el trompetista loco que apareció hace unas semanas dejó de hacer sonar su instrumento hace unos minutos, la alarma del auto se apagó, está nublado y la pantalla ilumina mis dos manos, las únicas en mi haber, quizás algún día tendré cuatro, solía tener cuatro, o al menos tres.
cuando me baño me siento bien y pienso mucho en mí o en lo que estoy leyendo o en proyectos y es lindo, mis dos manos me limpian y mi mente se llena se jabón y después queda suave como mi pelo hasta que leo cosas nuevas y me perturbo un poco, es como si hubiera refregado mucho el pelo y el movimiento llegó hasta adentro y vuelven las confusiones que se habían ido hacía nada.
cuando estoy sola en casa a veces sólo quiero estar sola y disfrutar de los momentos donde la música y el ambiente los elijo yo, pero otras veces estoy sola y sólo quiero algo más que me llene y a veces no puedo explicar concretamente qué es, y cuando puedo es en días de iluminación donde de casualidad estoy sola y no tengo ganas de escribir todo lo que entiendo, así que después me apago y me oscurezco y me falta mi biblia personal para darle sentido a las cosas, a las personas.
los días como hoy son una mierda y tienen nombre de último día y a veces hay más de un domingo y eso sí que es horrible. éste fue el único de la semana y tuve el lujo de pasar por un sábado y un viernes muy adecuados y tendré el lujo de pasar por un miércoles-viernes y un jueves-sábado/domingo, dependiendo de cómo se desenvuelva todo y de cómo me caiga el viernes genuino.
hoy tengo sólo dos manos, y una señala para el lado contrario de la otra y no pueden ponerse de acuerdo, mucho menos con los pulgares oponibles, así que se contradicen entre ellas y entre sí, y de golpe sale un pensamiento optimista, que qué bueno que tengo sólo dos manos, porque si hoy tuviera más, todo terminaría en juego de villanos y cachetadas y amenazante tronar de dedos. que se dejen solas, en cualquier momento llegará la reconciliación sellada con sendos aplausos.

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