paladear un nombre. taste and other tales. dividirlo en sí-la-bas. hola, nombre.
y si no los nombramos es porque algo pasa, y si sí es porque también pasa algo. cosas distintas, de todas formas, pero cómo quién y por qué otros, al fin y al cabo los apelativos también tienen poder y el mencionarlos sí significa algo. a l g o. suele suceder que después de un tiempo la cosa se ablanda y el nombre sale más fácil y casi que es natural llamar de cierta forma a cierta persona.
pero es después de un tiempo, y por eso es incómodo cuando recién te presentás y ya están usando tu nombre, o incluso un apócope que eriza los pelos de la nuca e incomoda y marca con tiza la línea invisible e implícita de los códigos de los apelativos.
aunque hay situaciones donde te mencionan a alguien que no conocés y te cuentan cosas y después conocés a la persona. el nombre está desde antes, y eso hace que sea todo más fácil, al menos para quien ya conoce algo de la cara nueva. hola, nombre. te presentan la palabra, después el objeto. es más fácil acostumbrarse a una imagen que a un sonido.
ey. che. hola, muchacha, muchacho, chaval, chavala. sujeto, me dijo viole. chica. chico. subir el volumen de la voz para que se den cuenta de que te dirigís a ellos. movimientos, llamar la atención de alguna forma para facilitar la primer escena del acto de habla. darse cuenta de que hay que articular el nombre de una vez por todas. entonces se piensa un rato, se sienten las consonantes en la boca y las vocales en las cuerdas, el hilo de ondas que se expande e impacta y quién sabe si ése era el momento indicado para empezar todo esto. pero ya está dicho, y la línea bien puede quebrarse o bien quedar más marcada, entonces la cosa tiene que empezar de nuevo, con paciencia.
de agujero a agujero
Hace 4 horas.

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