20.3.09

las palabras que juntas van tan bien

no hay sillas para sentarse, hay una cama que ofrece espacio sólo para uno y hay una ventana que da a ristras de balcones y ventanas del edificio de enfrente. se requiere un poco de paciencia y otro poco de cobardía para asimilar con calma todo este cubículo. me voy porque a la mañana siguiente tiene que trabajar. guardo la cajita de fósforos para no encender su simpatía por la combustión. no voy a querer quedarme, no hay mucho que decir. la parada de colectivo está en el parque, que de noche es mucho más lindo por las luces amarillas y blancas que se mezclan. parece que me fui hace tanto. pero las luces siguen iguales y el sol no asoma y todavía hay gente por la calle.
no va a verme de nuevo. hace planes para nadie, es evidente porque le encanta mostrarlo. expone su fracaso con tal pasión que no queda más que aplaudir de pie antes del abrazo de despedida. llega el colectivo y saco la cajita de fósforos en vez que el monedero. la dejo en una mano mientras hago malabares con la otra y pido un boleto más barato que el que me corresponde. hay asientos para elegir, me voy al doble de atrás de la puerta de bajada. sacudo la cajita para marcar el ritmo de la canción que dice que estoy arreglando un agujero por donde entra la lluvia e impide que mi mente divague y me doy cuenta de que los fósforos ya no están ahí.

1 comentario:

égona dijo...

I´M FIXING A HOLE, no?
diablos, si tan sólo hubieras tenido los palitos de fósforos ...