- ¿dónde vivís?
- vos sabés adónde vivo-, respondió, y apuntó a la sien de él con un dedo. -vivo acá.
- ja. no, dale, en serio. ¿dónde vivís?
- donde quieras. ¿dónde creés?
- creo que acá- y se señaló el pecho y se sintió un idiota por haber entrado en su juego, por haber hecho esa movida errada.
- bueno- dijo flor -vivo ahí. ¿contento?
- no. falta algo.
- y, sí. falto yo, la de verdad.
- pero hacés trampa; siempre das vuelta las cosas y nunca sé nada de vos y terminás consumiéndome.
flor alzó las cejas.
- ¿consumiéndote? vos sos el que elige vaciarse cada vez que nos vemos, el que tiene la necesidad de decir a cada momento cómo se siente, qué hizo en el día, qué va a hacer mañana. yo sólo lo recibo, pero tené en cuenta que nunca te lo pedí.
- ¿es que no ves? eso es lo que está mal.
- eso está mal porque creés que vivo ahí, en tu pecho, cuando en realidad estoy en otra parte. no sabés nada de mí y creés que sí porque desde que nos conocimos me tenías totalmente inventada, y no pienso adaptarme al papel de princesita punk que me armaste.
hubo un silencio. flor pensó que "princesita punk" había sonado estúpido. muy estúpido. si oliver mantenía la seriedad solemne que lo caracterizaba, la tensión iba a poder continuar en vez que cortarse con una carcajada mutua. pero oliver no hablaba y flor no quería abrir la boca para no reírse y lastimar al pobre muchacho que tenía enfrente. ella también lo había inventado bastante, pero más bien a la inversa. donde él la había adornado con el más mínimo detalle, ella le había marcado un halo de misterio que se había deshecho a la primera conversación. ya no le causaba gracia el diálogo. quería irse corriendo sin decir nada más, correr a su casa y encerrarse en su cuarto y salir sólo cuando su vieja la llamara para almorzar al día siguiente. pero había algo que no la dejaba ir sin despedirse.
- me voy
- bueno. ahí te abro- dijo él, y fue a buscar las llaves. ella fue hasta la puerta y lo esperó unos segundos. cuando llegó, tomo aliento y probó lo que tenía ensayado:
- oliver.. los dos sabemos que no nos vamos a ver más, ¿no?
- sí, lo sospechaba.
- igual quiero que sepas que el que inventaste fue mi papel preferido.
lo abrazó y se abrazaron y flor se fue caminando rápido, con las manos en los bolsillos.
sí, pensó oliver. también había sido su papel preferido. cerró la puerta y prendió un cigarrillo y formó circulitos con el humo. formar circulitos siempre le servía para formar historias. ya había agotado la del chico sensible de padres irresponsables. y había aprendido que la próxima tendría que ser más sutil, dejar que las cosas fluyan con cierta naturalidad antes de mostrarse del todo. es que le causaban tanto orgullo sus personajes. eso sí, lo había decepcionado un poco la transparencia de su co-protagonista en la última escena.
- vos sabés adónde vivo-, respondió, y apuntó a la sien de él con un dedo. -vivo acá.
- ja. no, dale, en serio. ¿dónde vivís?
- donde quieras. ¿dónde creés?
- creo que acá- y se señaló el pecho y se sintió un idiota por haber entrado en su juego, por haber hecho esa movida errada.
- bueno- dijo flor -vivo ahí. ¿contento?
- no. falta algo.
- y, sí. falto yo, la de verdad.
- pero hacés trampa; siempre das vuelta las cosas y nunca sé nada de vos y terminás consumiéndome.
flor alzó las cejas.
- ¿consumiéndote? vos sos el que elige vaciarse cada vez que nos vemos, el que tiene la necesidad de decir a cada momento cómo se siente, qué hizo en el día, qué va a hacer mañana. yo sólo lo recibo, pero tené en cuenta que nunca te lo pedí.
- ¿es que no ves? eso es lo que está mal.
- eso está mal porque creés que vivo ahí, en tu pecho, cuando en realidad estoy en otra parte. no sabés nada de mí y creés que sí porque desde que nos conocimos me tenías totalmente inventada, y no pienso adaptarme al papel de princesita punk que me armaste.
hubo un silencio. flor pensó que "princesita punk" había sonado estúpido. muy estúpido. si oliver mantenía la seriedad solemne que lo caracterizaba, la tensión iba a poder continuar en vez que cortarse con una carcajada mutua. pero oliver no hablaba y flor no quería abrir la boca para no reírse y lastimar al pobre muchacho que tenía enfrente. ella también lo había inventado bastante, pero más bien a la inversa. donde él la había adornado con el más mínimo detalle, ella le había marcado un halo de misterio que se había deshecho a la primera conversación. ya no le causaba gracia el diálogo. quería irse corriendo sin decir nada más, correr a su casa y encerrarse en su cuarto y salir sólo cuando su vieja la llamara para almorzar al día siguiente. pero había algo que no la dejaba ir sin despedirse.
- me voy
- bueno. ahí te abro- dijo él, y fue a buscar las llaves. ella fue hasta la puerta y lo esperó unos segundos. cuando llegó, tomo aliento y probó lo que tenía ensayado:
- oliver.. los dos sabemos que no nos vamos a ver más, ¿no?
- sí, lo sospechaba.
- igual quiero que sepas que el que inventaste fue mi papel preferido.
lo abrazó y se abrazaron y flor se fue caminando rápido, con las manos en los bolsillos.
sí, pensó oliver. también había sido su papel preferido. cerró la puerta y prendió un cigarrillo y formó circulitos con el humo. formar circulitos siempre le servía para formar historias. ya había agotado la del chico sensible de padres irresponsables. y había aprendido que la próxima tendría que ser más sutil, dejar que las cosas fluyan con cierta naturalidad antes de mostrarse del todo. es que le causaban tanto orgullo sus personajes. eso sí, lo había decepcionado un poco la transparencia de su co-protagonista en la última escena.

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