imaginate, era para quedarse. además, casi todos días de sol, las montañas brillantes, los bosques verdes con hongos de cuento, de los rojos con pintitas blancas. estabas ahí y respirabas la historia de la historia, hacías las mismas vías que terray, que rébuffat en sus inicios. te levantabas temprano, comías un desayuno potente y a escalar se ha dicho. el tren te llevaba adonde fuera, y el destino siempre era un muro o una agujita preciosos. tumbados, fisuras, lajas, mini extraplomos, había de todo. había clavijas hundidas quién sabe hace cuánto tiempo a las que nos asegurábamos con absoluta confianza y que se separaban demasiados metros una de la otra. había rocas diferentes en cada lugar al que íbamos, y todas ofrecían la posibilidad de aprender una nueva técnica, una nueva forma de comunicarse con el compañero de cordada, un rapel aéreo o un descenso por via ferrata.
hubiera sido para quedarse, pero allá se terminaba el verano y acá empezaba la primavera. con una amiga lo veníamos anticipando, en primavera todo iba a cambiar. y lo lindo es que fue así. lo indican las plantas en mi ventana, una más fuerte que la otra. lo indica el aire, el sol que aunque hoy no se ve se percibe, los proyectos que toman forma y se solidifican, listos para llevarse a cabo. no sé si alguna vez me había sentido así. volví y estoy donde quiero, haciendo lo que quiero con la gente que quiero. tal vez algún día vuelvo y me quedo, pero ahora, en mi acá, no necesito nada más.
16.9.11
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
4 comentarios:
me felicea tu felicidá
aMitAMbIen!!
los viajes siempre son un buen momento para sentir que los biólogos se equivocan: los seres humanos somos nómades!
linda descripción del paisaje (:
qué lindo!
:)
pd: los biólogos nunca se equivocan.
Publicar un comentario