7.1.07

¡y ahora qué pasa, eh!

es agitado el enero de dosmilsiete en la costa madrynense, no sólo por el viento que sacude los médanos y los turistas, sino que también por el movimiento generado por las gentes: la parte cultural de la ciudad se encuentra en su estado de coma y aparentemente nadie se preocupa por modificarlo. pero si se presta atención se nota una respiración más allá de la artificial, un suspiro desesperado, un despertar de la muerte momentánea. un grupo de adolescentes planea y pone en práctica la idea de fomentar la parte musical de muertomadryn por medio de avasalladores recitales llenos de energía y publicitados principalmente por medio del boca en boca (incluido en este caso el ya expandido boca en boca virtual) y panfletos. no sólo la necesidad de propagar lo que vale la pena, sino que también el hambre por experimentar, por verificar el poder de las personas más allá de los medios masivos.
a su vez un grupo de adultos se propone impulsar el arte por medio de estrategias a mediano y largo plazo, esperando así mantenerlo y sostener su crecimiento: salen a flote ideas de crear centros culturales, visitas a museos y exaltación de la creatividad.
cada grupo etario hace lo propio por una misma causa. casualmente (o causalmente) tuve la suerte de observar el principio de ambas voluntades, orientadas hacia eso tan necesario. por eso sonrío. y por eso habré de escribir al respecto. seré una cronista accidental de los acontecimientos de una ciudad de la que huí principalmente por la ausencia de lo que se está buscando.

No hay comentarios.: