21.5.07

cold in hand blues

sabés, estaba mirando unas fotos que saqué hace poco y pensé que podría usar de epígrafe el título de un poema de alejandra pizarnik. lo busqué por la red, porque no lo recordaba del todo, y no lo encontraba, así que pensé en fijarme en los libros. son libros que me llevé de tu casa, así, sin siquiera pedir permiso. un día fui a tu casa y pasé horas mirando tu biblioteca. no sé si sabrás, pero tu heladera seguía encendida. y hay cartas sobre la mesa. más cuentas que cualquier otra cosa. pero también cartas, dirigidas a vos. me acuerdo de cuando estabas ya en el hospital, había una carta de catherine. imaginate, desde francia. yo sé que te llevabas muy bien con ella. a mí también me cayó muy bien cuando la conocí, no sé si alguna vez te conté que paseamos por las calles de parís, por la parte del barrio judío, donde había casas antiquísimas y nos metíamos en los patios internos a escuchar el tloc tloc tloc de los caballos que habían pasado por ahí siglos antes. y catherine me lo dijo, y si no me lo dijo se le notaba, lo muchísimo que te quería.
la mesa tenía las sillas de siempre alrededor, los pastilleros con sus respectivos remedios y las cajitas con sacarina. las plantas seguían vivas, las debe regar el portero. pero te cuento que el piso se levantó todo, no sé si llegaste a saber que se había tapado la caída de lluvia y en uno de esos días de aplastamiento de las gotas el agua se metió. habías mandado a arreglar el parqué justo ese verano, me acuerdo que me habían contado, el señor movió los sillones y muebles de lugar y lo plastificó y cuando me fui a vivir con vos estaba fantástico, bien prolijo. ahora está algo sucio. es que entró tierra también. y cuando fui no barrí, y nadie barre.
el chico del piso de abajo sigue tocando la guitarra. no escuché ningún grito del viejo quejándose para que le bajara el volumen, pero no estuve mucho tiempo. entré a la cocina, a los cuartos. me senté en la silla del escritorio. tu máquina de escribir. tenías otra debajo de una mesa. había montones de papel. miré los libros. me llevé algunos. un par de pizarnik, entre ellos. uno lo habías comprado en el 95, otro en el 99. los dos tenían tu firma. los hojeé, leí las partes que habías marcado. encontré el poema, cuyo título recordaba tan mal; no me sirve para la foto. pero igual es hermoso así, solito, con todo lo que carga. leí unos poemas más y te pensé con ale, en algún lado. las dos paseando por parís con don julio y con el abuelo carlos. te imaginé caminando con el bastón en otoño, disfrutando del día lleno de hojas y literatura. y es 1960 o 1970 y conversás y contás tus anécdotas y escuchás las ajenas y hablan de poesía y de prosa. supongo que vos lo sabías, que nos salvan las ficciones. o al menos eso tratamos. igual no me olvido de cuando te abracé en el hospital. del hogar de ancianos. del mensaje de mi papá avisando que.
y vuelvo a tu casa y todo está en el orden caótico de antes. lo único distinto es el piso. es como si te hubieras ido de viaje y me siento bien. tranquila. tomo prestados un par de libros, me digo. da la sensación de que vas a volver. y por ahí después estoy en mi casa o estoy paseando por la calle y pienso en vos, y sin tu departamento-máquina-del-tiempo recuerdo que no te voy a ver más que en fotos. que me quedan libros y recuerdos. que tu viaje no tiene regreso.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Volvi a pasar, y que lindo Julia. Se justifica más que las ultimas veces que he tomado café me haya acordado de ti.

cat dijo...

hermoso...vivo. viviente, se siente, se entiende, es hermoso.gracias por escribir tan lindo.

dale! un dia congeniamos una-cita-articomercial-en-casa-de-lala y te hacemos un desfile de nadies, para que elijas el que quieras!
beso!

cat

charlina dijo...

uff
fuerte.
me dieron ganas de contar del mio. quizas pronto lo haga.
que estes bien, besos!