cuestión que compré un vino y un pack de club social para llegar a los diez pesos y poder pagar con débito. antes había salido de casa, antes había discutido con mi hermano y hecho las paces al instante; mucho antes había salido del lenguas, donde la clase de itcyl había sido bastante agradable. en casa había tirado la mochila por ahí, había preparado el morral y después de una ducha y de que santino me llamara me había ido caminando hasta el cordial.
cuestión que salí del supermercado y caminé las cuadras que me separaban de lo de santino. sexto ce, subí y ahí empezó el segundo cigarrillo del día junto con una conversación entrecortada, ya sea por interrupciones para cantar los coros de queen o por las simples trabas que surgieron por mis horas de sueño mal dormido y sus horas de interacción con sus queridas plantas y ningún ser humano. nos fuimos.
empezamos a tomar en lo de santi -que no es santino- después de haber viajado en el 36 por pocos minutos, después de haber cruzado algunas calles llenas de florerías, después de haber llamado al veintidós y de que panchi nos abriera la puerta, y subir al ascensor y llegar y saludar a santi e instalarnos en el colchón o en el piso. era un vino muy rico, más a las tres y media de la tarde, más con la compañía, que había aumentado con juani y manu, más con la música y la repentina aparición de una guitarra criolla y un charango y, por supuesto, los incontables cigarrillos porque no había almorzado y tenía que distraer al estómago, hasta que recordé las club social y las dispuse en el piso, entre el cenicero y los vasos, y ahí empezó la mezcla. después santino trajo nachos y chips y manises (a.k.a.) maníes y comimos y bebimos y fumamos y los que sabían hacían música con los instrumentos y los que no sabíamos contemplábamos, hablábamos, mirábamos los dibujos fantásticos que había hecho panchi, y todos comíamos facturas que habían llegado vía santi, porque había tenido que bajar para hablar con un dibujante que lo esperaba en un café. hojeé una linda edición de "en el camino" y me sentí muy bien. olí las hojas que eran viejas y recordé frisco y las personaspersonajes. santino se había quedado dormido y con panchi nos pusimos a hablar de la vida y del arte. la tarde pasó como una exhalación llena de humo y de pronto se hizo la hora de irse. juani, santi, santino y yo cargamos nuestros elementos personales y bajamos en turnos por el ascensor.
otro colectivo.
y lo de después,
lo de después:
al dorrego. a ver la banda de la infancia de santi. extraviar a la mitad del grupo. hacer una cola henorme. entrar mientras virus tocaba. santi emocionado. wadu wadu arruinada por el cantante de árbol. santi enojado. santino y juani adelante cuando catupecu. pogo o similar. yo atrás, con el chico emocionado.
y después,
después:
o, mejor dicho, antes:
santi me había dicho que iba a encontrarse con dos amigas, dos amigas que me iban a caer de lo más bien. me las describió. -una es modelo-, dijo -pero es lo más antimodelo del mundo. y tiene un novio que es alemán y que no conozco-. otra se parecía a mí. ella nunca llegó. pero sí la modelo.
entonces ahora sí,
ahora,
después:
la chica -maría, creo- llamó por móvil. estaban afuera, ella y su novio alemán. estaban en un estado particular, especial, magnífico. santi y yo salimos, allá estaban los dos; él con una gorra y pelo un poco largo, lacio, hablando una mezcla de inglés bueno y castellano pésimo. ella brillando con un camperón rojo, con cara de modelo, sonrisa brillante y actitud adorable. doblamos la esquina y santi me dijo: -acá tenés surrealismo-. yo me reí. hablé inglés y castellano. johannes, el chico alemán, hablaba de las virtudes de ricky martin, especialmente de sus pezones. me sentí bastante aliviada cuando maría dijo que era un chiste. las conversaciones siguieron hasta que la pareja decidió que era muy necesaria la ingestión de alcohol, ante lo cual, acto seguido, se fueron caminando hasta el kiosco más cercano. después le avisaron a santi que irían a comprar cigarrillos.
esperamos.
el recital había terminado y la gente salía a borbotones de lo que antes había sido la entrada. allá estaban santino y juani y se nos acercaron y esperamos a la amiga de santi y a su novio. llegaron con latas de cerveza, saludaron con mucho cariño a los chicos y tomaron todos menos yo. hablamos de forma bilingüe, fumamos cigarrillos y johannes me ofreció cerveza porque beber es un acto social y cómo no compartir. expliqué que mi primer vómito dados los niveles de alcohol en mi organismo había sido por la cerveza, por lo que ya no podía tomar ese brebaje. maría me contó que a ella le había pasado lo mismo con el tequila. johannes y santi insistieron que era un acto social, fraternal, etc. acepté una lata, brindé y tomé un trago corto, discreto.
después, después
ya no había mucha gente
y
los vendedores,
ellos ya no estaban.
pero
llegó un tipo con una botella en la mano.
una botella de coca cola.
con contenido tinto.
saludó con la mano a los caballeros, con un beso en la mano a las damas. empezó a hablar.
maría le respondía. johannes no entendía nada.
lo que siguió
a continuación
fue un diálogo irreproducible
alucinante
entretenido
hasta que se hizo largo.
el tipo mostró una foto de su hijo, la tenía de fondo en su celular.
después quiso seducir a maría, que, como bien dice alguien, le cortó el mambo enseguida.
después nos ofreció su botella,
pero antes nos quiso vender drogas.
y maría respondió, con todo su encanto: -no, gracias, me traje toda la farmacia.
y quise acordarme de esa frase.
el tipo nos saludó, siguió hablando.
santino se paró, yo también. el tipo se fue.
después nos fuimos. uno a dormir. otros dos también. tres siguieron. deben seguir, en este mismo momento.
buenas tardes, cuando uno no sabe qué esperar de ellas.
de agujero a agujero
Hace 4 horas.

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