y,
sí,
a nosotras nos gusta
usar un filtro tungsteno
cuando el sol está alto
y todo es azul
casi apocalipsis
y si omitimos sucesos
es porque todo pasó
de forma tan predecible
que hasta podría haberse pronosticado
la primer gota de agua
que cayó sobre el asfalto.
y,
sí.
qué más que no poder escribir, que pretender articular, forzando un término detrás de otro, previendo el desastre de las letras demasiado controladas, quisiera ser una poseída que ya no tiene manos, sino tentáculos de cefalópodo adhiriendo las ventosas por cada uno de los símbolos. ¿o signos?
ya la memoria está atrofiada de tantos edwards, henrys, tortugas encarceladas dentro y fuera de sus caparazones, inventos de científicos que se proponen eliminar el mal olor de las zapatillas, análisis sintáctico, expresiones idiomáticas, y ya volví, acá estoy de nuevo con lo mismo.
proponerse a cambiar el filtro de visión.
filtro tungsteno pues.
pero ahora es de noche, lo cual significa que es precisamente el necesario.
sin embargo, el sábado de sol fue todo azul, luli invitaba al fin del mundo a esparcirse por su patio, yo festejaba el agua de la pileta y los colores sin anteojos.
después, pasados dos días, hubo truenos y relámpagos y el cielo se desmembró al ritmo de las goldberg variationen de johann sebastian bach, versión glenn gould mil novecientos ochenta y uno, y para más información al respecto, acudir a wikipedia así como a los libros de fresán, exponente principal para snobs en potencia.

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