26.9.06

veinte de septiembre

son las 7:47 y todavía no abrieron la puerta de la facultad. me siento apoyando mi espalda contra la vidriera de la colchonería de al lado y miro la calle y los estudiantes que afloran y ebullen de cada esquina y rincón. hablan, se saludan contentos, se nota que ha de llegar la primavera en poco tiempo, en sólo un día, se nota que mañana es feriado y que sólo quedan cinco semanas para terminar las clases.
entre el cúmulo de alumnos revueltos veo un par de manos que tiran a la calle una bolsa de plástico que antes envolvía el cabo de una rosa roja. miro al propietario de las manos, que a su vez mira al otro lado de la calle, buscando, asumo, a alguien. y la ve, ella está entrando al quisoco de la galería, él quiere cruzar la calle rápido pero pasan autos, lleva la rosa roja detrás de su espalda y corre mientras ella sin verlo cierra la puerta de vidrio del quiosco y él quizás respirando agitado vuelve a abrir la puerta y se encuentran; la flor sale de su escondite lumbar así como sale una sonrisa de la boca de ella, que se une a la de él formando un beso y los dos se alejan con la rosa roja, sabiendo que para ellos ya empezó la primavera.
del otro lado de la calle me alcanza una ráfaga de viento. ya abrieron las puertas de la facultad, así que me levanto, agarro la bolsa de plástico que soltó el chico y al entrar la tiro en un tacho de basura. me quedo parada unos segundos y después subo la escalera mientras me sorprendo de lo fáciles que son ciertas cosas para ciertas personas.

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