16.4.07

hace una semana empecé a cursar regularmente en el lenguas vivas, lo cual desencadenó una serie de cuestionamientos con respecto al lenguaje y al habla y a la interpretación.
hace una semana empecé clases de bajo, cuyas partes teóricas muestran lo sorprendentemente matemática que es la música y las distintas formas de armonía y de encastre.
hace un mes masomenos empecé a leer "la montaña mágica" de thomas mann, donde hay ideas acerca del tiempo que proponen una ausencia de regularidad del mismo, es decir, su relatividad.
hace un buen tiempo ya que con lulú tenemos conversaciones de índole filosófica, vagamos desde las palabras hasta las creencias, siempre embebiéndonos con gusto en las curiosidades de la biología y las inquietudes del lenguaje, y los dos sustantivos que adjetivan a los otros dos sustantivos bien podrían ser cambiados de posición y definir a lo otro.

y me doy cuenta de que no tengo el control sobre nada. y sonrío por eso, pero a la vez sufro, me horrorizo. por ejemplo hoy, que caí en la cuenta de que, siendo atea, convertí a alguien al cristianismo, religión que me provoca desprecio por distintos y variados motivos. esta persona en cuestión tenía problemas que al menos en este texto no voy a mencionar, y yo traté de ayudarlo y le hablé, porque las palabras, ya lo saben, las palabras me fascinan y quiero usarlas y quiero darles un sentido, que sean precisas, que indiquen cosas concretas, más allá de mi uso indiscriminado de los gerundios de probabilidad y de mi infinidad de quizases y talveces. la cuestión es que hablé y hablé eligiendo las frases y con intenciones de ayudar a mi interlocutor, a que se "recuperara", por así decirlo. y de cierta forma se recuperó, pero mi charla lo llevó a buscar contención en una institución que se caracteriza por sus iglesias y su jesucristo y sus culpas y pecados, entre tantas otras cosas. de más está decir cuánto me choca este asunto. puede que en parte sea porque la persona haya elegido -usando palabras "apropiadas"- la senda un bien con el que no estoy de acuerdo, una posibilidad que no tenía en mente. pero por otro lado me afecta muchísimo que mis intenciones no se hayan logrado, que la forma en que comuniqué las cosas cedió paso a la posibilidad de que la persona eligiera una "salvación" con la que no estoy de acuerdo en absoluto. así es como el batido de cerebro provocado por lo que estuve aprendiendo acerca del lenguaje es servido en una copa (¡¿un cáliz?!) de proporciones ahogantes, así es como ahora sigo teniendo absoluto respeto a la comunicación, pero también terror. así también aprendo lo necesario que es ser preciso en ciertas situaciones. por más que la relatividad sea algo con lo que estoy de acuerdo, por más que prefiera a heráclito antes de parménides, se vuelve una exigencia el uso apropiado de expresiones.
claro que eso no le compete solamente a quien comunica. mi error puede radicar en haber usado un lenguaje inapropiado para la situación. seguramente debería haber tenido menos tacto. podría haber orientado hacia otros lados, pero hacia cuáles, si realmente creo en la libertad de elección de las personas, si estoy agradecida de la diversidad humana.
no sé cómo sacarme este peso de encima. es exactamente lo contrario de lo que pensaba cuando hace unos meses surgió la idea de enseñar. literatura. era maravilloso imaginar un hipotético curso con sus hipotéticos estudiantes y las hipotéticas faltas de atención y el hipotético fin de hora y un hipotético pero vívido estudiante acercándose a pedir más información, a contarme sobre algún autor, a entregarme un texto para que lo lea. ocurrió el versus.

el lenguaje optó por tomarme el pelo. se ríe de mí y me revolea de un lado para el otro y seguramente interpreto todo para el carajo y no hay dudas de que lo que digo no es lo que pienso y me pregunto qué mierda me funciona mal, por qué el mecanismo este optó por que mis palabras tomaran ese curso.
¿era inevitable? podría haber usado otros métodos. también podría haberme quedado callada. para sentirme un poco mejor pienso en ian mackaye con i got straight edge y el consecuente movimiento que surgió, sin que él se lo propusiera.
para sentirme mejor dejo de pensar en mi situación y me limito a admirar las locuras del lenguaje hasta que, por supuesto, aporto mi parte.

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