7.4.07

ignacio y julia

todo empieza en el abasto, epicentro al parecer de mis días de semana santa. yo estoy en la fila para comprar las anticipadas, esperando a luli que no llega y que me avisa que va a llegar un poco tarde y que se queja de su mala suerte. cuando considero que el tiempo transcurrido ya forma parte del un poco tarde empiezo a mirar a los costados, hacia atrás, me contorsiono mientras escucho, un poco por inevitable y otro poco por interés, la conversación que llevan a cabo las dos personas que están detrás mío, un chico y una chica cuyos múltiples y quizás ficticios novios son mencionados con un vocabulario simpático. hacen chistes ingeniosos y se pegan de vez en cuando como demostración de cariño. me agradan, él no va a comprar entradas y protesta por la velocidad en que avanza la fila; sólo fue a acompañarla a ella que, según escucho, se olvidó muchas cosas porque llegaban tarde y salió apurada. después tienen que ir al atlas, y a él le molesta mucho eso, pero la va a acompañar porque después hablan de una cena o algo por el estilo. no es que realmente quiera escuchar su conversación, pero por algún motivo decido no escuchar música, lo cual concluye en la inevitable audición de mi entorno más cercano. mientras tanto sigo dándome vuelta cada dos segundos y me lamento de no tener crédito y sufro cada vez que la cola avanza un paso. sé que falta mucho, pero luli no llega y quiero saber dónde está. ahora hablan de sexo, un poco en chiste y un poco en serio. vuelven a hablar de los novios de ella. él le pregunta quién es la persona que llamó, ella dice que la mamá de una amiga. parece que salieron por un tiempo, hasta el 2005 o el 2004. se recuerdan esa fecha el uno al otro, ella dice que le pida un libro a alguien para entretenerse, él se queja un poco más por lo lenta que avanza la cola y yo me regocijo por el mismo motivo. la chica que está adelante mío mira la guía de películas y se balancea de un lado al otro de forma concéntrica. de pronto da un giro cuya fuerza centrífuga eleva el bolso que carga hasta la altura de mi pecho. como acto reflejo me arqueo hacia atrás de forma relativamente cómica, con reminiscencias de matrix, cosa que le causa gracia a la chica que está atrás y se lo comenta al chico. yo me doy vuelta y sonrío. la sonrisa es devuelta y miro alrededor, miro el celular y miro al frente nerviosa. falta cada vez menos y luli no aparece. quedan sólo unos metros para llegar a la parte zigzagueante de la fila, ésa de la que no se puede entrar y salir en cualquier momento sino que solamente en las curvas y me desespero saltando para tratar de encontrar los dreadlocks de luli en la distancia. comprale cualquier cosa, me dice la chica. es que no puedo, tiene la libreta universitaria para el descuento; además no tengo crédito y no tengo cómo contactarla, respondo. me ofrecen cuidarme el lugar mientras la llamo por un teléfono público. acepto y corro y pregunto dónde está el teléfono público del shopping, y allá, al lado de los baños, y llego y tiro moneditas por la rendija y llamo y lulú dónde estás, en la b pero medio lejos y me frustro y le digo que bueno, que vuelvo a empezar la cola porque estoy adelante y no va a llegar. corto, junto el vuelto y corro otra vez y noto que la fila tiene una longitud más intimidante que la que tenía cuando llegué. gracias por cuidarme el lugar, les digo al chico y a la chica, pero está medio lejos y no va a llegar, así que empiezo la fila de nuevo. gracias. y me alejo unos metros, camino despacio razonando y doy media vuelta, andando más rápido, volviendo a hablarles al chico y a la chica, mejor me quedo por si llega. claro, me responden, en eso estábamos pensando. vuelvo a mi lugar y la fila avanza un poco más. ¿cómo es?, me preguntan, y agregan que ellos también quieren olvidarse de la espera por medio de la búsqueda y espera de distinta índole. la describo, su nombre, su altura, sus dreadlocks a los que llamo rastas, y la chica me corrige con discreción y tenés razón, le digo. los ojos grandes, color de pelo marrón, y nos damos vuelta los tres de vez en cuando. le ofrezco un libro al chico, la montaña mágica, que anda de paseo conmigo desde hace un tiempo. ella pregunta quién es el autor e inmediatamente después da la respuesta en forma de nueva pregunta. sí, thomas mann, es genial. otra pregunta, esta vez por parte del chico, ¿tengo algún familiar que se llame jimena? no, no que yo sepa, aunque, agrego, mi papá fue un pseudo-hippie, y puede que haya algún hijo no reconocido revoloteando por ahí. es que soy igual a una jimena, me dice, y agrega que cada vez que me iba de la fila le comentaba eso a la chica. ah, mirá vos... en la voz también me parezco. pero mucho físicamente. me saco los anteojos para ver si me parezco con la vista desenmarcada y dice ah, no, a lo que respondo con alguna interjección que al parecer también es muy utilizada por esta jimena, porque al instante el chico dice nooo, sos igual, sos igual. risas. me asomo por reflejo y veo a una luli que camina con pasos largos y pego un grito y la saludo y el chico y la chica dicen ¡eeh, ves, llegó! se los presento como mis compañeros de fila, que me cuidaron el lugar mientras la llamaba. hola, dice luli, y los saluda con un beso mientras ellos dicen sus nombres, ignacio y julia. ¡ey, como yo!, digo, y sonreímos. luli se va por unos minutos a buscar una revista con el programa. julia nos provisiona con otra y las dos las hojeamos. quiero agradecerles de alguna forma al chico y a la chica cuyos nombres ya sé, pero no sé de qué forma. pienso en regalarles un chocolatín, alguna golosina porque es simpático, pero no tengo plata, y menos comida. sólo se me ocurre dejarlos pasar antes que nosotras a comprar las entradas, pero dejo como excusa que luli quiere ver qué otras películas ver a lo largo de la semana. llega nuestro turno y compramos dos entradas cada una, cantidad moderada en comparación a lo que eligen otras personas. volvemos en el 168, comentando lo simpáticos que resultaron los compañeros de fila de turno. nos lamentamos de que no los vamos a volver a ver, yo digo que aunque es triste también es interesante, lo pienso como algo adaptable a una ficción bella, y lo es, lo es. luli dice que igual hubiera sido más lindo haberse mantenido en contacto, y hablamos de las decepciones de conocer realmente a las personas, y comentamos que éstas parecían no poder decepcionarnos, y seguimos conversando sobre conocer y no querer conocer por no sufrir el desencanto y mencionamos otras veces la simpatía de ignacio y de julia y la actualizo en lo que respecta a tópicos que se mencionaron en su ausencia. puede que nos los crucemos en alguna peli, agregamos, pero es bastante improbable. la idea ya está en nuestras mentes, nunca los vamos a volver a ver.

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